Cómo enseñar a tu bebé…a tomar la siesta

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Pasar parte de la mañana jugando y nadando, con este calor, hace que tu hijo se sienta agotado después de comer. Por eso debe dormir un ratito de siesta.

BENEFICIOS QUE LA SIESTA REPORTA AL NIÑO
“Ir corto de sueño tiene una repercusión directa sobre el estado de ánimo del niño: hace que esté más irritable e inquieto. El cansancio muchas veces también es la causa de su mal comportamiento e incluso puede hacer que tenga problemas para mantener la atención”, explica el psicólogo Francisco Segarra.

Otro beneficio que la siesta reporta a tu hijo, además del descanso, es la relajación muscular, que ayuda al estómago a realizar la digestión y favorece la asimilación de los alimentos, lo que se traduce en un mejor desarrollo.

Y a esto hay que añadir que durante el sueño se segrega la hormona del crecimiento. Por todo ello se dice que a los niños les alimenta el sueño tanto como la comida.

LA SIESTA INFANTIL: CORTA Y A LA MISMA HORA
Ahora bien, para que este sueño diurno no interfiera en el noturno, lo ideal es que tu hijo se eche entre la una y las tres del mediodía y que no duerma más de una hora. Así, cuando se despierte aún faltará mucho para que acabe la jornada y por la noche volverá a tener sueño.

Que se eche todos los días a la misma hora es fundamental porque su organismo se habituará a descansar siempre en ese ratito y estará más predispuesto a rendirse al sueño: así tu hijo se dormirá enseguida y no le dará tiempo a pensar en levantarse.

LA SIESTA COMO RUTINA
Muchos padres creen que es mejor que su pequeño no se eche la siesta, para que caiga rendido por la noche, y es un error: “Esta medida puede provocar el efecto contrario, ya que el agotamiento le producirá hiperactividad e irritabilidad, dos factores que le dificultarán la conciliación del sueño nocturno y una vez que se duerma éste no será tan reparador”, asegura el psicólogo.

Para que tu pequeño no proteste cuando llegue la hora de la siesta debes ponérselo muy fácil:

No planees salidas ni actividades familiares al mediodía, salvo que se trate de una fecha especial.
Crea un ritual y practícalo siempre de la misma manera: después de comer apaga la tele, deja la casa en penumbra, hablad bajito…
Evita la frase “vamos a dormir” y cámbiala por “vamos a relajarnos”, a tu hijo le agobiará menos.
Ponle ropa fresquita y cómoda, pero no el pijama, y si te pide una mascota que le haga compañía ofrécele una distinta a la que suele utilizar por la noche. De esta manera captará la diferencia entre el descanso diurno y el nocturno.
¿Y SI EL NIÑO ES INCAPAZ DE DORMIR SIESTA?
Hay niños que no pueden dormir por el día, aunque estén muy cansados. Si el tuyo es uno de ellos, no te enfades ni insistas en que tiene que echar una cabezadita, porque si reaccionas de este modo se pondrá nervioso, relacionará la siesta con pasar un mal rato y cada día te costará más que se la eche.

Si no se duerme, lo más acertado es que practiques con él actividades tranquilas como leer cuentos, modelar plastilina, ver fotos… Es importante que te refieras a este ratito como “nuestro momento” y que te muestres encantada de disfrutarlo con él. Así él también estará deseando que llegue y lograrás que descanse algo después de comer

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