El objetivo de utilizar la toxina botulínica frente a patologías como el vaginismo o la vulvodinia, es justamente evitar que las mujeres padezcan de molestias o dolores al mantener relaciones sexuales, o durante la penetración.

Se utiliza la toxina botulínica para relajar los músculos de la vagina, y la misma se administra mediante una aguja muy fina directamente sobre aquellos músculos vaginales que se ven afectados y contraídos, logrando óptimamente relajarlos durante un período de tres a seis meses.

El procedimiento no resulta para nada doloroso, y es una excelente opción para aquellas mujeres que padecen de vaginismo, el cual se debe complementar con apoyo de un sexólogo o terapia psicológica, para terminar definitivamente con éste tipo de disfunción sexual que afecta a muchas mujeres.

Como la toxina botulínica actúa intensamente a nivel de las mucosas en todas las terminaciones que hay en la zona vaginal también se puede utilizar en casos de patologías como la vulvodinia, ya que de esa manera se consigue inhibir el dolor, que interfiere en las relaciones sexuales de las mujeres que lo padecen.