Relato erótico: El despertar de Minerva
0:35Minerva era una joven de curvas prominentes y muslos carnosos, su cuerpo destilaba un aroma cálido y dulce y el color trigueño de su piel relucía bajo el sol convirtiéndola en una especie de ninfa morena, turbia y silenciosa.
A pesar de que su exuberante belleza siempre había actuado como una suerte de imán atrayendo a muchos hombres, Minerva nunca conoció el verdadero sabor del sexo, cuantiosos machos dejaron huellas en su cobriza piel pero ninguno de ellos fue capaz de lograr que en su vientre se encienda el placer.
Minerva vivía resignada creyendo que su cuerpo no era capaz de ofrecerle los deleites propios de la carne, para ella no existía miembro capaz de llenarla de gozo. Se había vuelto fría e impávida como el hielo… hasta que conoció a Pedro.
Pedro era un don Juan, le gustaban demasiados las mujeres y ejercía sobre ellas un mágico encanto que las cegaba por completo haciendo que se entregaran y le ofrecieran susexosin preámbulos.
Fue amor a primera vista, el joven quedó prendado de la belleza cubana de Minerva y a ella también le atrajo su porte varonil, pero no tenía intensiones de demostrarlo. Su intransigencia y rechazo ejercían en Pedro un efecto hipnotizador, no podía dejar de pensarla, su atracción por esa fémina se había convertido en obsesión.
Día a día iba en su búsqueda pero pese a sus esfuerzos ella sólo le agradecía con una amplia y sincera sonrisa. Pedro enloquecía febril, no sabía que más hacer para llegar al corazón de Minerva.
Desesperado, loco y presa de la excitación decidió apoderarse de la cubana por la fuerza. Esperó durante horas escondido entre las penumbras a que ella saliera del trabajo y cuando tuvo la oportunidad la cogió por detrás tapándole la boca para que no gritase, la chica temblaba mientras el le susurraba al oído que todo estaría bien y que no temiera.
La condujo hacia la zona más oscura del parque y tomándola por los brazos la echó sobre la hierba, Minerva estaba paralizada pero no atinaba a resistirse, dentro de ella había algo que la impulsaba a seguir más allá y dejar que Pedro la poseyera por entero. Y así fue, desquiciado el hombre le levantó las faldas y de un manotazo desgarró las bragas color carne que cubrían su inerte sexo.
Ella se sintió desvanecer, pero no de pavor sino de excitación, Pedro delicadamente abrió los labios de su vulva mientras introducía los dedos uno a uno, Minerva se estremecía, impulsos eléctricos cuadraban su figura haciéndola retorcer de placer.
Cerró los ojos dejándose llevar por las sensaciones que le provocaban los labios y la lengua de Pedro sobre su clítoris, su vagina emanaba la miel contenida por tanto tiempo y Pedro la recogía con la boca relamiéndose como si ésta fuera la única bebida capaz de saciar su tórrida sed.
La desvestía y Minerva se dejaba acariciar por esas manos, sus senos firmes y turgentes deseaban ser tocados, manoseados y mordidos. Pedro no lo sabía, pero estaba despertando en ella una identidad desconocida, una mujer voraz, hambrienta desexosalvaje y desmesurado incapaz de contenerse ni confinarse como antes.
La poseía de todas las formas habidas y por haber, Minerva se estremecía con cada orgasmo y sus fauces jadeantes pedían cada vez más pasión. No quedó rincón alguno en su cuerpo que no fuera explorado por las meticulosasmanosde Pedro, cada lámpara de placer fue encendida y el vientre de la joven se convirtió en una hoguera ardiente que la quemaba por dentro.
Esa noche Minerva renació, su cuerpo adquirió distinta forma, otro sabor y un nuevo olor, sus ojos ya no eran esquivos a las miradas ajenas sino que estaban alertas para deleitarse con todas las formas masculinas que podían encontrar. Su piel se volvió más sensible al tacto y deseosa de ser acariciada en demasía y susexoantes muerto, renacía vívido y hambriento como un recién nacido.
A Pedro nunca más le vio pero aún hoy conserva su recuerdo latente e imborrable tatuado en su propia esencia y en silencio le agradece el haberla despertado de ese estado insomne que no la dejaba ser. Ahora Minerva se siente una mujer completa, tan caliente por dentro y por fuera…
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