La diferencia de edad en la pareja

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Por muchos recelos que despierten, las parejas con marcadas diferencias de edad cada vez son más habituales. Si se logran frenar las dudas de los familiares y los desencuentros propios de la edad, pueden ser enriquecedoras.
Aunque el modelo hombre mayor mujer joven sigue siendo lo más común en las relaciones con marcadas diferencias de edad, la novedad es que ahora también son las mujeres las que se interesan por hombres más jóvenes, una situación hasta hace poco impensable. Actualmente, en el Reino Unido más del 2 5% de las mujeres se casa con alguien más joven y un estudio estadounidense asegura que un tercio de las solteras americanas de entre 40 y 69 años sale con hombres más jóvenes que ellas. Y lo que es más, a la mitad de las que no tienen este tipo de relación les gustaría probarlo. En España, el porcentaje de parejas en que la mujer es mayor se reduce hasta el 15% (según datos del INE), una cifra nada despreciable.
¿Quién lleva la delantera?
¿Qué le verá? ¿Cómo será su relación? Son muchas las personas que se hacen estas preguntas, estupefactas ante el apasionado beso de una pareja que un minuto antes de esa demostración de amor habría pasado por padre e hija o madre e hijo. Las fuentes de atracción y las dinámicas de relación difieren dependiendo del sexo de la persona de más edad.
Él es mayor: Los hombres se sienten atraídos por la energía, la vitalidad y la ilusión de sus parejas, mientras que ellas encuentran en un hombre maduro la seguridad, la estabilidad y la atención que a menudo les falta a los jóvenes de su edad. Así, ellas acostumbran a volverse más maduras y serenas y ellos rejuvenecen con actividades y aficiones nuevas, e incluso modernizan su aspecto y su forma de pensar.
Ella es mayor: Las mujeres encuentran en los jóvenes a hombres apasionados, vitalistas y entregados que las halagan y admiran y son capaces de apreciar el esplendor de su belleza. Ellas les ofrecen a ellos mayor calidez, tolerancia, comprensión y amor que las mujeres de su edad. Las maduras no esperan que ellos se conviertan en su príncipe azul, y por este motivo, los jóvenes no se sienten forzados a cumplir unas altas expectativas.
Un comienzo muy apasionado
La intensa actividad sexual suele marcar el inicio de este tipo de relaciones. La novedad y la atracción de lo diferente no se limita solo al terreno emocional, sino que se amplifica en la cama. Los mayores se entusiasman con la vitalidad sexual de la persona más joven, que a su vez queda fascinada por la destreza y maestría de quien le lleva mucha ventaja en el cultivo de las artes amatorias. Y es que según los sexólogos, una pareja formada por un joven de 25 y una mujer de 45 es la que tiene más posibilidades de alcanzar la cúspide de la satisfacción sexual. Las relaciones que evolucionan suelen convertirse en plácidas y enri-quecedoras, alejadas de los amoríos tormentosos de las parejas jóvenes. Además de revitalizar y elevar la autoestima, el intercambio de experiencias, aficiones y gustos entre personas de diferente generación puede enriquecer y aportar nuevas perspectivas a ambos.
Fuentes de conflicto
Pero no todo es un camino de rosas, este tipo de parejas también tiene que enfrentarse a conflictos y obstáculos propios de estas relaciones. El salto generacional se puede convertir en un abismo porque implica problemas de entendimiento, costumbres, hábitos, aficiones e incluso formas de actuar y entender la vida diferentes. Los sueños, proyectos e intereses no son los mismos a los 25 que a los 55. Viajar, vivir en el extranjero o el deseo de tener hijos puede no ser compatible con el que ya ha vivido todo eso y le apetece más una vida más tranquila.
Sobrevivir al entorno
La familia: Suele convertirse en la más crítica ante este tipo de relaciones, especialmente los hijos de la persona más mayor y los padres de la más joven. Lo más conveniente es mantener la calma y no hacer caso de los agravios y, si es necesario, explicar las razones por las que se ha formado la pareja y los puntos fuertes que le dan solidez. Si es imposible lograr la aceptación de los seres queridos, hay que dejar que el tiempo aporte las pruebas de la consolidación de la pareja. Es fundamental una posición de autoestima y respeto por parte de todos, basada en la comunicación y el diálogo.
El rechazo social: Es menos hiriente pero igual de incómodo. Como seguramente se tendrá el apoyo de los amigos íntimos (aunque hay que darles tiempo para superar la sorpresa inicial), no queda más opción que hacer caso omiso de los prejuicios y recelos del resto.
Situaciones incómodas
Naturalidad y humor son las armas para enfrentarse a situaciones como estas:
“¿Va a tomar lo mismo que su hijo?”. Estas confusiones son inevitables, así que no lo pagues con estas personas y prepárate algunas respuestas ocurrentes.
“Mamá, te presento a mi novio”. Puedes evitarle un susto a tus padres si en vez de presentárselo de golpe, les preparas el terreno con antelación. Así tendrán tiempo de asimilarla situación.
Las claves para que todo encaje
• Los años de diferencia: Está claro que no es lo mismo llevarse 14 años que 41. Cuanto mayor es la diferencia de edad, más obstáculos para mantener la relación. También hay que tener en cuenta que cuantos más años tienen los dos, más se desdibujan las diferencias de edad, y posiblemente también los distintos intereses entre ambos.
• El pasado de cada uno: Seguramente si se ha vivido una relación de pareja estable previamente se ha adquirido mayor capacidad de compromiso. También influye haber estado casado anteriormente, haber enviudado o tener hijos. Algunas de estas circunstancias pueden convertirse en terribles fantasmas para la persona más joven.

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