¿Qué se siente necesitar tener sexo todo el tiempo?
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La enfermera Elisabeth Pellegrino, de 34 años, le contó a la revista Esquire, qué se siente tener la necesidad constante de tener sexo, de masturbarse todo el tiempo.
Dice la señorita Pellegrino: “Durante cuatro años, creí que me volvería loca. Tenía una excitación constante que no se iba. Toda mi vagina se sentía como una olla a presión a punto de explotar en cualquier minuto, pero no lo hacía. No importaba cuanto sexo tenía, o cuantas veces me masturbaba en el día (cinco, seis, siete), no había alivio alguno. Una pensaría que tener una mujer constantemente excitada sería el sueño de cualquier hombre, pero dado que no podían satisfacerme, realmente, los hombre terminaban sintiéndose para el traste”.
Y sigue: “Parte del problema es que mi “lugar” está localizado. Es como del tamaño de un puño, y está bien al fondo de mi vagina, así que no puede simplemente rascarse. Necesita ser llenado. Uno de mis amigos del grupo de soporte tenía el suyo en la zona del clítoris, así que ella podía usar cualquier cosa cuando estaba en el trabajo. Pero ninguno de esas cosas funcionaban para mí. No puedo ir al baño, y listo. Necesito usar algún juguete interno. Sé que algunas personas con PSAS (síndrome de excitación sexual persistente) se anulaban a sí mismos con drogas o hielo. Pero eso no sirve para mí. A veces dejaba el trabajo para tener sexo en el almuerzo, o me ayudaba con un taburete. Eso no aliviaba la presión, pero ayudaba. Y siempre está el auto. A veces, cuando estoy manejando, la vibración libera pequeños orgasmos espontáneos. Más allá de eso, se ha convertido en una forma de vida”.
Elisabeth Pellegrino, como muchas otras personas, sufre el llamado Síndrome de Excitación Sexual Persistente, que como ella mismo dijo, puede parecer algo muy interesante para un hombre, pero no lo es.
Se trata de un problema poco conocido, afecta sólo a las mujeres y es el resultado de una excitación genital espontánea y persistente.
Fue documentado por primera vez por la doctora Sandra Leiblum en 2001, y no está relacionado con la hipersexualidad (conocida también como ninfomanía). Quienes lo sufren suelen sentir vergüenza y no hablan de ello, por eso es interesante tener esta visión de Elisabeth.
Dice la señorita Pellegrino: “Durante cuatro años, creí que me volvería loca. Tenía una excitación constante que no se iba. Toda mi vagina se sentía como una olla a presión a punto de explotar en cualquier minuto, pero no lo hacía. No importaba cuanto sexo tenía, o cuantas veces me masturbaba en el día (cinco, seis, siete), no había alivio alguno. Una pensaría que tener una mujer constantemente excitada sería el sueño de cualquier hombre, pero dado que no podían satisfacerme, realmente, los hombre terminaban sintiéndose para el traste”.
Y sigue: “Parte del problema es que mi “lugar” está localizado. Es como del tamaño de un puño, y está bien al fondo de mi vagina, así que no puede simplemente rascarse. Necesita ser llenado. Uno de mis amigos del grupo de soporte tenía el suyo en la zona del clítoris, así que ella podía usar cualquier cosa cuando estaba en el trabajo. Pero ninguno de esas cosas funcionaban para mí. No puedo ir al baño, y listo. Necesito usar algún juguete interno. Sé que algunas personas con PSAS (síndrome de excitación sexual persistente) se anulaban a sí mismos con drogas o hielo. Pero eso no sirve para mí. A veces dejaba el trabajo para tener sexo en el almuerzo, o me ayudaba con un taburete. Eso no aliviaba la presión, pero ayudaba. Y siempre está el auto. A veces, cuando estoy manejando, la vibración libera pequeños orgasmos espontáneos. Más allá de eso, se ha convertido en una forma de vida”.
Elisabeth Pellegrino, como muchas otras personas, sufre el llamado Síndrome de Excitación Sexual Persistente, que como ella mismo dijo, puede parecer algo muy interesante para un hombre, pero no lo es.
Se trata de un problema poco conocido, afecta sólo a las mujeres y es el resultado de una excitación genital espontánea y persistente.
Fue documentado por primera vez por la doctora Sandra Leiblum en 2001, y no está relacionado con la hipersexualidad (conocida también como ninfomanía). Quienes lo sufren suelen sentir vergüenza y no hablan de ello, por eso es interesante tener esta visión de Elisabeth.
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