¿Sirve de algo rogar?

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Sabemos como es la situación: hiciste algo o dejaste de hacer algo, y la perdiste. Te dijo adiós, puso pies en polvorosa, te hizo las maletas, te marco el camino… O lisa y llanamente dejo de responder tus llamadas. La situación, pues, sólo tiene una salida posible: rogar. Y hacerlo en todas las formas posibles: de rodillas, en persona, a través de amigos y familiares… Antes de que hagas todo ello, es menester que te hagas una pregunta:

¿Sirve de algo rogar por su perdón?

El tamaño del pecado. El primer punto a considerar antes de rogar es si lo que hiciste fue un simple malentendido o una verdadera animalada. No pidas que perdone lo que tú no perdonarías, una regla elemental.

Naturaleza o no. Otro tema analizar es si la ofensa proviene de un acto circunstancial o es una acción que nace de tu misma naturaleza. ¿No puede evitar engañar, mentir, ocultar? ¿Tienes una doble vida de la que no quieres que sepa nada? ¿Mantienes una adicción irremediable? Entonves no tiene sentido que la sigas torturando.

El estado de la relación. En ocasiones, hay naufragios que no vale la pena evitar. ¿Es esto enojo uno de una larga lista? ¿Vale la pena la relación que viven? ¿No sería mejor usar esta puerta de salida?

La imposibilidad de ir atrás

No basta el perdón. Es una costumbre masculina pensar que basta con que una cosa sea perdonada para que se olvide, pero perdón nunca es igual a olvido. Una ofensa grave conlleva muchas secuelas: pérdidas de confianza, rencor, deseo de revancha… ¿Vale la pena pasar por esas secuelas?

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