Claves de un matrimonio efectivo
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La relación matrimonial es un aprendizaje diario, no una obra
terminada. La práctica de estas claves, ayudan a que el matrimonio se
convierta en una vivencia armoniosa y de beneficio mutuo.
Es necesario aceptar al otro/a como es, con sus defectos y
limitaciones. Los cónyuges perfectos sólo existen en ciencia-ficción. No
hacer comparaciones, en la imaginación, con otras personas.
“Tratar al otro/a como quiero que me traten a mí” Se necesita ser
paciente y comprensivo, sin irritarse por cualquier motivo. Buen humor
sobre todo en los momentos difíciles.
Aquel que piense que tiene la razón, probablemente es que no la tiene.
Cuando hay crisis, conviene “ver” al cónyuge con los ojos de la suegra.
Los problemas, malestares o presiones no justifican el mal humor ni la agresividad.
No esperen que el otro/a cambie: mejor deje las cosas así. El cariño y el ejemplo es la mejor manera de ayudar al cónyuge.
El secreto de la felicidad propia es dedicarse a hacer feliz al otro/a, olvidándose de uno mismo. Es una paradoja.
La fidelidad interior, de pensamiento y deseo, es importante.
Los asuntos de la pareja no se comentan con nadie, bajo ningún
pretexto: ni familiares, ni amigos… Si se quiere buscar ayuda externa
con alguien en particular, debe existir acuerdo mutuo.
Perdonar significa olvidar, aunque la memoria se resista: el pasado ya no existe.
En las discusiones –si surgen a veces-, se debe evitar cualquier tipo de agresión, procurando no herir ni humillar.
Es muy importante vivir una sexualidad placentera, con ilusión, con
novedad, adaptándose a los requerimientos del otro/a. La ternura en las
caricias, en el tono de voz y en la mirada deben estar siempre presente.
Cada día se debe manifestar el cariño con alguna acción concreta:
algo que le guste a la pareja. Darle al otro lo que espera de uno.
Escuchar el doble de lo que se habla, es la clave del diálogo.
Evitar quejas, lamentos y lenguaje negativo en general. Los temas de
conversación no deben estar enfocados a los problemas o dificultades.
Compartir tiempo, ilusiones, retos…une a la pareja. Tener ilusión e interés por las cosas del cónyuge.
Las decisiones se toman en conjunto.
“Ningún ideal se hace realidad sin sacrificio”. El matrimonio se
saca adelante con esfuerzo, con empeño: no dejarse engañar por promesas
facilistas. El bienestar no es la regla suprema.
A las ocasiones de peleas se les deben buscar soluciones definitivas, no simplemente dejarlas de lado por el momento.
Conviene hacerse cargo -entender- las necesidades físicas, psicológicas, espirituales y sociales del otro/a.
La relación y los acuerdos se deben basar en un ganar/ganar. Cada
uno debe buscar que los dos ganen en cualquier aspecto: en las
decisiones, en lo económico, en lo sexual, en el hogar, etc.
Cuando no existe la decisión radical de sacar el matrimonio
adelante, se vive en una incertidumbre e inseguridad total, pues se sabe
que en cualquier momento se puede romper la relación.
Cuando uno está alterado, el otro/a debe mantener la calma por encima de todo.
Conviene respetar los espacios del otro/a, tanto en el orden físico como de tiempo, de personas, familia, etc.
Construir amistades con matrimonios que concuerden con el estilo
familiar que se desea. Tener buenos amigos, que aporten al crecimiento
familiar.
Debe existir un Proyecto Familiar, es decir una idea de qué tipo de
familia se quiere construir, sobre qué valores, cuáles son las cosas no
negociables…Cómo esperan celebrar las Bodas de Oro… Cómo van a armonizar
lo personal, familiar y profesional. Se construye entre los dos.
“O soy parte de la solución o soy parte del problema”. La solución
está en los dos, pero si uno cambia está ayudando a que el otro cambie
también.
Cada uno debe hacer sentir a su cónyuge importante a los ojos de los demás.
No importa ser muy distintos, lo importante es respetar la otra
forma de ser del otro/a. Aceptar las diferencias de carácter, de
competencias, de ritmo de trabajo, etc.
No tome las cosas como algo personal. Más bien piense que eso que le
molesta es un rasgo de la personalidad del cónyuge, con el que debo
aprender a convivir.
Una pareja se diferencia de un matrimonio en que éste asume el
compromiso de poner todos los medios para superar las dificultades y
crisis que surjan. Además, si es por la Iglesia, Dios se compromete
también a ayudar.
La vida debe ser divertida: distracciones, descanso, planes… Una mini Luna de miel, cada mes.
“Familia que reza unida, permanece unida”.
Tener intereses variados -culturales, artísticos, deportivos, etc.-
enriquecen las conversaciones y la vida de familia en general. Vivir lo
que se quiere para los hijos.
“Enamórate y no lo/a dejarás”, “No lo/a dejes y te enamorarás”.
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